Leyendo el diario encontré un artículo “Afectivos y cómplices: así son los padres modernos” que trajo a mi memoria el comentario que me hizo una alumna adolescente, hace ya varios años, con respecto a las actitudes de su mamá que pretendía vestirse como ella, participar de las charlas con sus amigas, aprender el baile de moda… sin pensar cómo iba perdiendo su rol de mamá que en realidad era lo que ella necesitaba.
"No es bueno que los padres tengan una relación horizontal con sus hijos por el solo hecho de sentirse actualizados o rejuvenecidos. Al mismo tiempo que los padres se amigan con sus hijos, calzan su misma marca de jean y zapatillas y van con ellos a recitales se desdibuja el concepto de límites, conllevando un peligro para el futuro.
Hay que destacar lo importante que es el límite que protege, no el que anula. Es un límite que brinda el marco adecuado para no exponer a los niños a lo que, por su madurez, no pueden manejar.
Los niños necesitan que los padres les pongan límites para que ellos puedan crecer respetando a las otras personas, sino no sabrán distinguir claramente lo que deben y lo que no, así como lo que está bien y mal. Al poner límites les protegemos de muchos de los riesgos de la vida actual, como las adicciones o los comportamientos delictivos, puesto que les enseñamos a cumplir unas normas, un orden y un respeto, siempre desde el afecto y la congruencia. Los límites les enseñan a organizarse y a tener buenos hábitos que serán un valor seguro para toda su vida.
Si esto es así ¿porqué muchas veces no ponemos límites a nuestros hijos?. Nuestro estilo educativo a lo largo de las últimas décadas ha pasado por una disciplina exagerada y casi represora (la letra con sangre entra), hasta el otro extremo en el que todo está permitido y donde los padres pasan a ser colegas de sus hijos. A veces las palabras “disciplina” y “autoridad” las equiparamos a las de castigo y represión, y por eso las evitamos, por miedo a parecer unos padres anticuados e inflexibles. Sin embargo la palabra autoridad se deriva del verbo latino "augere", que quiere decir ayudar a crecer y esta es en realidad la meta de cualquier padre.
Ahora bien, de acuerdo a los especialistas, el hecho de crecer en un clima de mayor afecto y contención hace que los chicos desarrollen la creatividad, la libertad y la capacidad de crítica.
Lo que hay que hacer es darle solvencia al rol de padre, basado en nuestra responsabilidad frente a su bienestar; decimos "no" haciéndolo desde el amor.
2 comentarios:
Seniora Cristina, sus aportes son maravillosos, Gracias!!
Doña Cristina, pido permiso para imprimirlo... pienso hacerlo tamaño pliego tipo poster para que el marido lo lea, haber si ya le cae la idea de que el es el papa y no el cuate del cole... mil gracias por este post
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